¿Exigimos demasiado a la compañía de Cupertino o acaso es que ha aflojado el ritmo de la innovación desde que Jobs se puso enfermo -y después falleció- y se apartó de la dirección?
Apple, hoy, tiene tres de los productos que mejor funcionan del mercado. Sólo entre octubre y diciembre del pasado año vendió 37 millones de iPhone, 15 millones de iPad y 15 millones de iPods. Vende más tablets que nadie y domina dicho sector con autoridad y entre los teléfonos marca tendencias y pautas de innovación. Además, su cuota de mercado de computadoras personales alcanza el 7% gracias especialmente al nuevo MacBook Air.
Pocas compañías pueden presumir de este currículum. Y sin embargo, semestre tras semestre, cuando Apple se dispone a presentar sus novedades, esperamos una revolución. La última, la que genera constantes rumores y más deseada, es la de la televisión. Todo el mundo quiere una tele con el logo de la manzana. Pero la compañía no cumple, quizás porque es paciente o quizás porque cambiar un mercado no es tan fácil como desde fuera parece.
Si lo anterior no está claro, si parece nítido que, sobre el escenario, se echa de menos a Steve Jobs. El fundador de la compañía dotaba de un aura de esperanza y misterio a todo lo relacionado con las novedades de Apple. Si la innovación era poca, Jobs hacía que pareciese extraordinaria, y para demostrarlo baste recordar el entusiasmo con que presentó la tapa articulada del iPad 2. Si, por el contrario, la innovación era extraordinaria, hacia gala de una feliz contención que contagiaba a todo el que le veía de forma que multiplicaba el efecto de sus presentaciones.
Casi nadie puede dudar de que Apple, en las entrañas de su sede de Cupertino, lucha por cambiar el mundo, para bien o para mal, con sus productos. Aunque Jobs no esté presente, la compañía mantiene sus estructuras, a sus dirigentes y a sus trabajadores. Aunque la influencia de su fundador fuese muy alargada, hay motivos para pensar que su estilo aún permanece en sus sucesores y que lo hará durante largo tiempo.
Sin embargo, fuera de Cupertino, de cara a la opinión pública, Apple parece diferente. No es que Tim Cook no logre suplir la falta de su antecesor, sino que en la compañía algo hace un mal contacto con el público. No es común que todos los rumores hayan acertado las novedades. Tampoco que una actualización del Apple TV, aún sin ser un producto estrella, haya pasado casi desapercibida.
O dicho de otro modo, esta presentación de novedades en torno al iPad ha resultado ser una de las pocas veces que una presentación de Apple no ha sorprendido. No porque el producto no lo haya merecido. Simplemente porque ha sido una presentación más. Y eso, en Apple, resulta como mínimo llamativo.
Tocando el tema que refiere a The New iPad, estas son las novedades: Retina Display, procesador A5X de cuatro núcleos, nueva cámara, grabación de video a 1080 pixels, dictado de texto y LTE. El nuevo aparato ofrece 10 horas de batería. Sus aplicaciones evolucionaron a punto tal de poder sincronizar el Garageband (aplicación para componer melodías musicales) a través de varias tabletas para tocar una canción en conjunto.
La capacidad de su cámara de foto merece una mención aparte. Tiene 5 megapíxeles con una resolución de 2048x1536 (más que una TV HD). La aplicación iPhoto incluye edición multitacto, pinceles, y otorga la posibilidad a través de “photo beaming” de enviar fotos a otras personas. También tiene la aplicación Photo Journal, que es una forma de contar historias con fotografías usando el programa iCloud.
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Atte. DM
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